martes, 4 de octubre de 2016

EL NOMBRE ABORIGEN DEL RÍO SALADO DE BUENOS AIRES






LA  IMPRONTA  GUARANÍ





En 1612 concluye Ruy Díaz de Guzmán la primera obra de carácter histórico, referida específicamente al territorio de nuestro país, escrita por un americano.
Ante la desaparición del manuscrito original, mucho han discutido los eruditos si su verdadero título es "Anales del descubrimiento, población y conquista de las Provincias del Río de la Plata"  o si nombre primigenio es "La Argentina", como actualmente se la conoce.
De cualquier forma, sea por puño y letra de su autor o por inspiración de algún pendolista de aquellos siglos, resulta curioso que con ese título se identificara entonces a nuestro territorio patrio.
Díaz de Guzmán nació en Asunción del Paraguay alrededor del año 1560, hijo de Alonso Riquelme de Guzmán (militar y funcionario de rango de las huestes conquistadoras) y de una joven mestiza llamada Úrsula que, a su vez, era hija del célebre gobernador Domingo Martínez de Irala y de Leonor, una de sus siete mujeres nativas. 
Nieto pues de Irala y emparentado con Álvar Nuñez Cabeza de Vaca, participó directamente en numerosas expediciones, acciones de armas, fundación de ciudades e intrigas políticas, teniendo acceso, por lo tanto a calificadas fuentes de información.

También estuvo, aproximadamente hacia el 1600, en la ciudad de la Trinidad, poco después de la fundación de Garay en 1580 (ese fue el nombre oficial de Buenos Aires durante trescientos años [1], aunque este último siempre se usaría en forma habitualencontrándose en La Plata (actual Sucre, Bolivia) cuando terminó la obra que nos ocupa. Muere en Asunción el 17 de junio de 1629.

En el Capítulo IV del Libro I, en la parte que se refiere a la descripción del Río de la Plata dice, según la traducción paleográfica de Pedro de Angelis:


" ...desde el Cabo Blanco para Buenos Aires es tierra muy rasa y desabrigada, de malos puertos, falta de leña, de pocos ríos, salvo uno, que está 20 leguas adelante, que llaman de Tubichamirí, nombre de un cacique de aquella tierra. Este río baja de las cordilleras de Chile, y es el que llaman el Desaguadero de Mendoza ... "[2]


Esta última afirmación confundió a Pedro de Angelis (1784-1859) uno de los precursores de la historiografía argentina, recopilador de notables documentos y primer editor de la crónica de Ruy Diaz de Guzmán, quien comenta, en 1835, que resulta ininteligible ubicar dicho río, así como que suena extraño su nombre guaraní, en realidad se trata de un comprensible error de Ruy Díaz, el Desaguadero, en épocas de mucho caudal, puede verter sus excedentes en el río Colorado, cosa que se descubrió muchos años después.


Copia manuscrita de la obra original de Ruy Díaz de Guzmán
Real Academia de la Historia - Madrid

"Por ahora - continúa de Angelis - nos es imposible detenernos sobre esta materia y nos limitamos a explicar el sentido de la palabra Tubichamirí, que se compone de tubichá, grande y mirí, chico; es decir: río de crecientes, que son las que lo hacen grande y chico "

Recordemos, mientras tanto, que Ruy Díaz de Guzmán dice que el río llevaba el nombre de un cacique del lugar.

"Es toda aquella tierra muy llana, los campos tan anchurosos y dilatados, que no hay en todos ellos un árbol; es de poca agua, de mucha caza de venados, avestruces y gran copia de perdices, aunque de pocos naturales; los que hay son belicosos, grandes corredores y alentados, que llaman Querandíes; no son labradores y se sustentan de sola caza y pesca y así no tienen pueblos fundados, ni lugares ciertos más de cuanto se les ofrece la comodidad de andar de ordinario esquilmando los campos..... Estos indios fueron repartidos con los demás de la comarca a los vecinos de la Trinidad, que es el mismo que llaman Buenos Aires." [3]


En octubre de 1580 Juan de Garay había distribuído entre los recientes pobladores solares y manzanas en la ciudad, tierras para chacras en su proximidad y suertes de estancia, en lugares más alejados.
Como dice el cronista citado en la transcripción precedente, también procedió al reparto de indígenas a esos nuevos vecinos, en calidad de encomenderos, constando en el acta respectiva del  28  de marzo del año 1582:

"... que ponía en cabeza de Juan de Garay, hijo natural del dicho Señor General, al cacique Quengipen, que por otro nombre se llama Tubichamirí, de nación meguay, con todos los indios sujetos a dicho cacique " [3]


Colección de obras y documentos relativos a la Historia Antigua y Moderna de las pro-vincias del Río de La Plata. Ilustrado con notas y disertaciones por Pedro de Angelis
Tomo Primero 
Buenos Aires -  Imprenta del Estado - 1836




No parece que Garay, el mozo, haya tomado posesión de las tierras concedidas, tampoco que hubiese asentado en ellas al cacique Quengipen, porque en poco tiempo aquel pasó a establecerse en Santa Fe, lo que se sabe positivamente - según Marfany - es que la distribución de indios de Garay fue más teórica que real, pues no siempre pudie-ron ser sujetados.

Vemos pues que, efectivameunte, existía un cacique cuyo apodo era homónimo de aquel río, del cual por entonces se ignoraba su curso superior y cuya des-cripción desorientó a los eruditos por más de dos-cientos años, durante los cuales la obra de Ruy Díaz de Guzmán fue conocida como La Argentina manuscrita, porque, aunque el original de 1612 se ha perdido desde tiempo inmemorial, de igual forma estaban copiados los pocos ejemplares existentes, que en aquel entonces integraban distintas colecciones particulares y cuya transcripción difiere de unas a otras, aspecto este que no incide en el trabajo que nos ocupa.


En ese acto se repartieron alrededor de una docena de comunidades de sangre guaraní, de las islas del delta del Paraná, a otros tantos encomenderos. También se distribuyó una cantidad similar de parcialidades de origen chaná y, según Canals Frau, veinte encomiendas se formaron con naturales de estirpe mbeguá, mientras que diecisiete eran de lengua querandí[4]                                                   

Los indios pacíficos que vivían junto a los pobladores y colonos recientemente establecidos eran los menos, generalmente  provenientes del litoral mesopotámico y del noroeste andino, sin su concurso se verían desatendidas las tareas domésticas y abandonadas las rústicas obras en construcción, se entorpecerían  los servicios de acarreo y dificultarían  las faenas de labranza, se perderían par- cialmente las cosechas por falta de braceros para segar las mieses en las chacras y descuidado el ganado en las  estancias.



En tales casos los vecinos de la ciudad se vieron obligados a tratar con los primitivos habitantes de la pampa, a quienes consideraban "gente bárbara, holgazana y viciosa que en muy contadas ocasiones se ofrecían a servir con escaso rendimiento" por lo que fueron presionados u obligados a colaborar en las tareas agrícolas, en las matanzas de ganado vacuno silvestre, en la captura y arreo de caballos salvajes, etc., a cambio de amenazas, malos tratos e incumplidas promesas de pago, en el mejor de los casos recurriéndose a "la moneda de la tierra", es decir en especie:  prendas de vestir, productos agrícolas, alimentos, vino, yerba, etc., aún cuando la provisión de éstos dos últimos artículos, y otros más, estuviese expresamente prohibida. [5]

Más adelante agrega Marfany que, no obstante "la poca contracción que los indios de la Pampa ponían en el servicio, los colonizadores, necesitados de brazos, siguieron utilizándolos, pero haciendo uso de excesivo rigor para obtener mayor fruto de su trabajo. En tal forma debieron extremarse las medidas de severidad que en 1604 se produjo un levantamiento que terminó en una desbandada. Encabezó el movimiento el cacique Bagual, que arrastrando tras de sí a sus parciales, se internó en el territorio, atacando en venganza a los españoles que se encontraban solos o desprevenidos."

En el río de la Plata se intentó obligar a formar pueblo a las tribus errantes, forzándolas a convertirse en sedentarias, como naturalmente lo eran las comunidades agrícolas del noroeste andino o las agrupaciones guaraní de las reduc- ciones jesuíticas, pretendiendo aislarlas de la explo- tación de los encomenderos y regular, en forma más humana, su aprovechamiento como fuerza de trabajo; favoreciendo su evangelización y previniendo el peligro que representaba su dispersión por la pampa.

"La fundación de Buenos Aires"
José Moreno Carbonero (Óleo - 1924)


Fueron tres las reducciones que, por ese tiempo, correspondían a la jurisdicción de la ciudad de la Trinidad.
Sobre el río Areco, aproximadamente 16 leguas al norte de la ciudad, se encontraba la reducción de San José, donde asentaron, por orden del entonces gobernador Diego Marín Negrón, en el año 1611, al cacique Bagual y sus 228 aborígenes, entre hombres y mujeres, jóvenes y viejos, los que nunca abandonaron su atávico estilo de vida. 
No tenían sementeras ni rebaños, sólo potros y caballos que montaban en pelo o sobre una piel, con estribos de palo, o sin ellos y pocos tenían frenos. No se acomodaban a la vida sedentaria en chozas y ni al cultivo de la tierra. Vivían en toldos de cueros y de la caza de potrillos o venados de cuya carne se alimentaban.
Pertenecían al mismo grupo étnico de Quengipen, al que llamaban Tubichamirí que, además, era yerno de Bagual, por lo que puede suponerse que no sería la única relación de parentesco entre ambos grupos.
Siendo gobernador, en l615, Hernando Arias de Saavedra funda la reducción de Santiago Apostol del Baradero, con 250 guaraní de las islas del Delta del Paraná, a unas 25 leguas de la ciudad,  en cercanías de un recodo del río que los conquistadores utilizaban para "varar" las naves, es decir, ponerlas en seco sobre la ribera para reparar sus quillas.
Eran éstos los más industriosos de todos, acostumbrados tanto al laboreo de la tierra como al armado de espineles para pesca o la construcción de chozas. Parece ser que este pueblo indio era el único con cierto aspecto de reducción pues, además, tenía iglesia y cura doctrinero con carácter permanente.
Este agrupamiento humano dio origen a la que muy posteriormente sería la actual ciudad de Baradero, sobre el río del mismo nombre.
Se supone que también en ese año de 1615, a más o menos 18 leguas al sur de Buenos Aires, se establece la reducción de San Juan Bautista de Tubichaminí ("el sobrenombre se ha hecho nombre" apunta el padre Hux). Alonso Muñoz Bejarano, cuando oficiaba de encomendero de esa parcialidad, dijo que provenían de una tri- bu nómada de la pampa que él había reducido en ese año. Se trata de los mismos que tiempo antes habían huido tierra adentro, junto con Bagual, como consecuencia del mal trato y privaciones a que estaban sometidos. [6]
Este pueblo de indios estaba situado en inmediaciones de un arroyo y cañada (hoy cañada de Arregui) que discurría mansamente en el extenso pago llamado, por entonces, de la Magdalena, diez kilómetros al norte de la actual ciudad del mismo nombre.[7] Por lo tanto ese pequeño arroyo, la toldería que allí se formara y hasta el camino real que la comunicaba con Buenos Aires tomaron también el nombre de Tubichaminí, adoptado también como gentilicio de la tribu, siendo sus integrantes conocidos como "indios tubichaminís".

Diego de Góngora, durante su mandato como Gobernador, visitó y empadronó en 1619 las tres reducciones, encontrando en esta última 80 indios, que con sus mujeres, jóvenes y niños hacían un total de 242 personas, observando que: 


"...no tienen traça de rreducción ni sirben de nada, porque a muchos  años que no tienen saçerdote ni cassas ni orden y biven como animales, rrebueltos cristianos con ynfieles, teniendo a dos o tres mujeres con pocas esperanças de rremedio. Por su rudeça y obstinación son para poco trabajo y que no respetan a sus caciques los an ocupado en algunas cossas y servidose dellos sin paga ni satisfacción"  [8]


En un memorial sin fecha transcripto por Cervera, supuestamente redactado hacia 1620, sobre la situación de “los yndios cristianos e ynfieles” se manifiesta con-cretamente: [9]

    Son muchos los yndios muertos en malocas y con las pestes y servicio personal”.
Ver origen de las malocas: CLIQUEAR AQUÍ


En 1621 la epidemia de "virgüelas y tabardillo" (fiebre tifoidea) afecta a gran parte de la población, haciendo estragos entre negros e indios de la ciudad, el campo o las reducciones; por lo que las autoridades del Cabildo y las distintas parroquias convocan a realizar procesiones y funciones religiosas, reuniones que, se supone, habrán contribuido - entre otras causas relacionadas con su precario nivel sanitario - al contagio generalizado.
En 1641, como en otros años, se hace referencia a una epidemia de "tabardillo y calenturas" (fiebre tifoidea y tuberculosis). [10]
Estos episodios, produjeron altas tasas de mortalidad que indudablemente coadyuvaron a la paulatina extinción de los primitivos habitantes de la pampa.
Los aborígenes frecuentemente huían tierra adentro porque esa compulsiva sedentarización modificaba fundamen- talmente su ancestral régimen de subsistencia, basado, en la mayoría de los casos, en la caza o la recolección, con las migraciones cíclicas, en indómita libertad, que les imponía la naturaleza, sometiéndolos, en cambio, al consecuente desarraigo de su hábitat natural, a trabajos intensivos y/o duros castigos por su escaso rendimiento, a la forzada modificación de creencias, ritos, costumbres, etc. y al temor de aquellas calamidades que asolaban sus poblados.
Para revertir esa situación, se organizan en la ciudad las aludidas malocas o expediciones de caza y cautiverio, frecuentemente dirigidas por sus autoridades militares, alcaldes y regidores del Cabildo.


Luis Gaitán, vecino de esta ciudad, hijo y nieto de los primeros pobladores y conquistadores de ella, digo: queyo a imitacion de mis antepasados desde que tube edad para poder sustentar armas y servir con ellas a su Magestad lo he hecho con mi persona, armas y caballos a mi costa en todas las ocasiones quesehan ofrecido del real servico enesta Ciudad como en sus terminos, acudiendo asi mismo a recoger los Indios de la Reduccion de la Nacion Tubichamini como en malocas y corredurias ....”  [11]


Otro de los testimonios extraídos al efecto, fechado en 1637, revela que desde la misma fundación de la ciudad, sus habitantes hispano-criollos, nada predispuestos a labrar la tierra con su propio esfuerzo, estuvieron ocupados en la captura de la mano de obra aborigen y destacaban esos hechos como un antecedente favorable para obtener mercedes de tierras. 


“El Capitan Alonso Muñoz Bejarano vecino y feudatario conquistador de esta Ciudad digo: que de tiempo de cincuenta y siete años a esta parte efectivamente poco mas o menos en todas las ocasiones que se han ofrecido del servicio de su Magestad, asi de malocas, corredurias y demas defensa que contra los enemigos de mar y tierra siempre he estado apercibido con mis armas y caballos á mi costa y mencion para la defensa de esta Ciudad y tierra acudiendo a las malocas sirviendo de soldado y caudillo, llevando gente á mi cargo...” [11]




Careciéndose de una documentación precisa al respecto, historiadores y etnógrafos difieren en cuanto a la pertenencia del cacique Quengipen y su gente al grupo litoraleño de los mbeguá, que se extendía por la ribera izquierda del Paraná, en el sur de la actual provincia de Entre Ríos, las islas y anegadizos del delta entrerriano, o por el contrario, a las comunidades de la etnia querandí que efectuaban sus correrías desde el Carcarañá hacia el sur, frecuentaban lás márgenes del Arroyo del Medio, del río Arrecifes, los bañados de la Amarga y el desagüe arreico del río Quinto; es decir que su ámbito natural eran las llanuras que se extienden desde el Paraná-Plata, aunque también se internaban hasta las sierras pampeanas de Córdoba y San Luis; ámbitos que resultaban más afines a su prehistórico estilo de vida de cazadores-recolectores, nómadas y pedestres que en grupos dispersos se movilizaban, concentraban e instalaban temporariamente en las orillas de ríos y lagunas obedeciendo a exclusivas motivaciones cinegéticas. [12] 

Robustos caminadores de piel morena se protegían de las inclemencias de la naturaleza con un simple paravientos, especie de ramada cubierta con los cueros de los animales que cazaban.
















Estas tribus originarias, o "antiguos pampas" como dice Canals Frau, precedieron a los de estirpe mapuche, que lenta e imperceptiblemente se fueron infiltrando en las centurias siguientes, procedentes de la cordillera nevada, incorrectamente denominados "araucanos", quienes tam- bién recibieron el apelativo de "indios pampas", vo- cablos que hacen referencia a las inmensas llanuras que ambos pueblos tenían como hábitat, pero que nada definen desde el punto de vista étnico.

Desconociendo como se llamaban a sí mismos, es decir cual era el verdadero nombre de esta comunidad, se los identifica por el que le dieron los guaraní y adoptaron los colonizadores, que se supone proviene de "quirandí", vocablo compuesto de "quirá", “sebo, gordura, grasa, cosa gorda” y "ndí", “juntamente, muchos” [13]; es decir conjunto, grupo o parcialidad de "gente con grasa", calificativo que sin duda se acomoda a su alimentación a base de carne y grasa animal o al fuerte olor a crasitud rancia que exhalaban sus cuerpos por la atávica costumbre de frotarse con dicha sustancia o, al menos, por la circunstancia de vivir en toldos de cueros que les transmitirían su peculiar hedor. Alguna de esas causas, o todas tal vez, llamaron la atención de aquel pueblo, esencialmente vegetariano, para calificarlos de ese modo. [14]

Guaraní Mbyá
http://pueblosoriginarios4b.blogspot.com.ar/

Es evidente que los guaraníes habían estado en posesión de las tierras ribereñas hasta la ocupación conquistadora, pues como dice Marfany, quedaban sobre el terreno sus sementeras y chozas. También quedaron rastros toponímicos de su lengua avá-ñeé, los que perduraron porque era la lengua materna de los mancebos que poblaron la ciudad, procedentes de Asunción del Paraguay, también el gentilicio querandí para la parcialidad indígena aludida precedentemente y por la misma razón Ruy Díaz de Guzmán recogió el vocablo Tubichamirí, que designaba un río cuyo curso desconocía y un cacique que merodeaba sus orillas.
Documentación posterior, a la que de Angelis no tuvo acceso o no consideró oportuno revisar, también hace referencia al mencionado curso de agua y su ubicación aproximada. 

En una petición de tierras al Gobernador, cuya parte esencial se transcribe, formulada en el año 1640 por el Maestre de Campo Don Rodrigo Ponce de León, quien aduce ser hijo y nieto de los primeros conquistadores y pobladores, haberse desempeñado durante los últimos veinte años en el real servicio de Su Majestad, atendiendo asuntos de mucha importancia, excesivo trabajo y riesgo calificado, habiendo acudido puntualmente a las correarías que se han ofrecido, así como a la  custodia de la ciudad, sin remuneración alguna, a su "costa y mención", encontrándose "pobre y con obligaciones de mujer e hijos que sustentar":


" ... que para poder hacerlo tengo una estancia poblada con algunos ganados y su aguada no es permanente, que todos los años me ha faltado, con que desaquerenciado del sitio se ha ido a diferentes partes, de suerte que aún para herrarle a su tiempo no puedo sin mucho gasto y pérdida, que se echa de ver bien, pues habiendo de ir en aumento se disminuye; y así tengo necesidad de mudarle adonde pueda tener algún aumento, o escusar el daño y pérdida referida y que V.S. se sirva de favorecerme y en nombre de su Majestad hacerme merced de tierras para el dicho efecto y las que suplico son sobre el río de Todos Santos por la otra banda desde la Isla que así mismo llaman de Todos Santos, y hacia la parte de abajo sirviendo este dicho río de frente hasta el río de Tubichaminí, que por lo ancho de esta dicha frente tendrá de un río a otro cinco leguas algo más o menos este hueco o rincón [15], que entrambos ríos forman hasta donde se juntan, el cual dicho paraje será como veinticinco leguas de esta ciudad más o menos hacia la parte del Sur.  Pido esta merced al parecer larga, que no lo es, que otras mayores mercedes y de mejores tierras y más valor se han pedido aquí a los Señores Gobernadores y concediéndolas sin inconveniente ninguno a personas que no son más beneméritas que yo, ... por que me dicen y es cosa sabida que la mayor parte de él se anega en tiempo de aguas." [16]


En otro párrafo de su obra dice Díaz de Guzmán:

 "...como parece por la traza y descripción de este mapa que aquí pongo en este lugar".

Según Francisco de Aparicio en ninguno de los pocos códices conocidos en nuestro país de este cronista se ha hallado el mapa aludido, aunque "varios autores y, entre ellos Groussac con grande eficacia, han identificado la pieza con una carta anónima - francamente grotesca aún para la época - existente en el Archivo de Indias". [17]
Digamos, por nuestra parte, que una reproducción de la misma se encuentra en el Archivo General de la Nación, agregada a un ejemplar manuscrito en 1775 de "La Argentina" y que, aunque rústico, confuso y equivocado en cuanto a su curso, es el primer mapa del río que nos ocupa.
En su desembocadura, arriba del mismo dice: "El Río de Tubichamirí" y, debajo, puede leerse "querandís"....  Siguiendo la línea de la costa, hacia la derecha, ubica al "Cabo Blanco" y, a la izquierda, "El Riachuelo de los Navíos" y "La ciudad de la Trinidad" (en ese mismo lugar, pero en sentido horizontal se lee "Buenos Aires").





Por supuesto, ese curso de agua, que el autor hace bajar de las montañas, no es otro que el río Salado, el cual discurre por nuestra pampa bonaerense, dato que confirmaron oportunamente autores de prestigio como Paul Groussac, Francisco de Aparicio, Ramiro Martínez Sierra, entre otros. [18]

Comentando esta pieza que no está firmada y cuyo autor se desconocía, Paul Groussac no dudó en atribuirla al cronista tantas veces mencionado y uno de los puntos que lo llevaron a corroborar dicho juicio o valoración, son los "errores idénticos de nombres o situaciones geográficas, uno de los casos más típicos es el del Río Tubichamirí o Salado de Buenos Aires, que en el mapa repite el enredo del texto en cuanto a las nacientes del mismo".

La crecida del Salado inunda campos y caminos - 23/08/2015
http://www.clarin.com/

Paulatinamente, fue cayendo en desuso el nombre guaraní de esta corriente de agua continua, pero de régimen irregular, cuyo caudal depende de una serie de causas tales como la intensidad de las precipitaciones pluviales, de los aportes provenientes de las napas subterráneas, del grado de evaporación, de la velocidad y dirección de los vientos, del nivel de las lagunas y de los afluentes del curso inferior; factores que sumados al carácter deprimido del relieve que recorre, son susceptibles de provocar desbordes e inundaciones de magnitud al dificultar el drenaje de los excedentes en su desembocadura y, por lo tanto, la retención de las aguas en los cursos medio y superior.

Su característica salsedumbre originó el nuevo hidrónimo, cuya impotabilidad en el estado de bajante, "proviene de las sales del terreno en cuyo seno están cavados los álveos y en cuyas partes secas se ven frecuentemente las ricas eflorescencias salinas que los ganados lamen diariamente", este elemento disminuye durante las crecientes, en estos casos sus aguas son aceptables para abrevar los animales.

Mapa de Thomas Falkner - 1774

Como resultado de esa variación toponímica el misionero jesuita Falkner escribió en 1774: "El país entre Buenos Aires y el río Saladillo (límites del gobierno español, al sur de esta provincia) es del todo llano sin árbol ni ribazo alguno, hasta llegar a orillas de este río, el cual dista cerca de 23 leguas de las colonias españolas. Este país tiene como 20 leguas de ancho, desde el nord-este, al sud-este confinando con los lugares de Matanza y Magdalena".

"Este país (el autor se refiere siempre a las zonas contiguas al mencionado río) no está habitado ni cultivado por indios ni españoles, pero abunda en ganados, caballos silvestres, venados, avestruces, armadillos, gamos, patos silvestres o ánades y otras cazas".

"En años secos, faltando la yerba en las orillas del río de la Plata, todo el ganado, perteneciente a los españoles de Buenos Aires, pasa a las orillas del Saladillo, donde encuentra alguna yerba, por razón de la humedad y profundidad de la tierra". [19]


El Salado durante la sequía (Enero 2012)
Autor: Jorge Biracouritz
http://www.lavozdetandil.com.ar/

Muchos años después emprende Estanislao Zeballos su célebre "Viaje al país de los araucanos", al  traspasar, en inmediaciones de la actual ciudad de General Belgrano, esa antigua frontera interior que el río había delineado en épocas pasadas escribe: "¡Cuanta diferencia entre el Salado de noviembre de 1879  y  el Salado de agosto de 1877!  Esto, que ahora de seco es polvoriento, era entonces un ancho estuario, que se pasaba en botes. El puente parecía  un buque naufrago, tumbado en las cercanías de una playa."
"Tales fenómenos de inundación y sequía no son una novedad en esta comarca. La filología nos revela su realización en el siglo XV. Efectivamente, los indios guaraníes que ocupaban las márgenes de este río Salado lo denominaban "Tubicha-mirí", de tubichá, grande, extenso y de mirí, chico, pequeño, reducido, con los cual significaban perfectamente las alternativas de creciente hasta el desborde y de bajante hasta lo enjuto ". [20]

La cuestión que queda pendiente es determinar si dicho topónimo se originó en el carácter cíclico de este curso de agua o por el apodo guaraní del cacique Quengipen. El padre misionero Antonio Ruiz de Montoya de la Compañía de Jesús, autor del Tesoro de la Lengua Guaraní ( Madrid 1639) nos dice que "tubichá" significa grande en cantidad o calidad y "myrí" poco, pequeño, chico, humilde.
Como un detalle al margen, es de hacer notar que, aunque castellanizada desde los tiempos de Colón, la palabra "cacique" es originaria del pueblo taíno de Haití, son equivalentes, "kuraka" (en quechua) "lonko" (en mapuche) o "tubichá" (en guaraní) porque comparten el sentido de jefe, superior, cabecilla, caudillo.  
Por tal razón muchos historiadores, geógrafos o etnográfos traducen aquel vocablo como "jefe chico" aludiendo a la importancia jerárquica que ostentaría ese cacique entre los grupos tribales del lugar, mientras que otros, como se ha visto, lo traducen como equivalente a "río de crecientes".








LA  IMPRONTA  PEHUENCHE


Siguiendo a Marfany, digamos que los indios llamados "pampas" por los habitantes de Buenos Aires, se mantenían en su mayoría en indómita libertad, reacios a todo intento de evangelización porque temían su posterior some- timiento. Por su escaso número y su indigente condición no tenían capacidad para ofrecer lucha, manteniéndose alejados de la ciudad, merodeando los ríos y lagunas, a un lado y otro del Salado,  tras las huellas de sus antepasados, pero ahora montados en briosos potros que le permitían alcanzar y rodear tropillas y manadas silvestres, "sustentándose de raíces, carne y sangre de caballo a medio asar, de venados, avestruces y otras cazas y de pesquerías." [21]

Habitualmente eran gente pacífica que en ocasiones se acercaban para comerciar el producto de sus cacerías, sólo molestaban a quienes se atrevían a internarse en la llanura unas pocas leguas, sin suficiente protección armada o en cuadrillas reducidas, oportunidad en la que alguna pequeña partida de aquellos aprovechaba para amedrentarlos y robarles caballos, ganados y enseres, habiéndose re- gistrado también algunas muertes por esta causa.
El proceder arbitrario de españoles, criollos y mestizos, despótico a veces, abusivo otras, soberbio o despectivo siempre, despertó en el indio un ancestral resentimiento, un atávico instinto de venganza; la violencia salvaje era su respuesta a los enredos, ardides e imposturas  de los blancos.


          Carte du Paraguay du Chili du Detroit de Magellan &c          
Guillaume de L’Isle – París - 1703

Si bien es cierto que durante que durante algunos pocos años los caminos que conducían a Santa Fe de la Vera Cruz y Córdoba del Tucumán se pudieron transitar con tranquilidad y en los campos se disfrutaba de una cierta seguridad, "cosa nunca imaginada ni vista en todo el tiempo que ha que se pobló esta provincia", decía el Cabildo en 1626, refiriéndose a la política implementada por el Gobernador Francisco de Céspedes, consistente en sostener con dádivas y recompensas una pacífica relación con los naturales comarcanos; no lo es menos que esa ausencia de belicosidad era sólo aparente ya que en poco tiempo se transformaría en una abierta hostilidad, cuando estos "antiguos pampas" recibieron refuerzos que bajaron de las serranías del sur bonaerense.

Estos "serranos" habitaban el norte de la patagonia, especialmente entre los ríos Colorado y Negro, exten-diéndose en sus correrías hasta más allá del Limay y el Néuquén por el oeste, el sur de Mendoza y San Luis por el norte, traspasaban el río Chubut por el sur, y llegaban hasta las sierras de la Ventana y Tandil por el noreste, derivando de esta última circunstancia el nombre que le adjudicaran, ignorando, por supuesto, que ellos en su propia lengua parece ser que se denominaban a sí mismos como guénaken, gününa-këna, gunun a ken o gününa-küne, es decir que an-tropólogos, etnógrafos y demás, difieren en cuanto se refiere a la grafía a emplear para interpretar este gutural lenguaje.
Los indios de allende la cordillera (mapuche) los llamaban puelche (de puel: este y che: gente) gente del este, pues esta era su posición geográfica con respecto a los de Chile.
Teniendo en cuenta su aspecto físico, caracteres an-tropológicos, estilo de vida y rasgos generales de su lenguaje, Canals Frau sostiene que en tiempos remotos formaban parte de una sola unidad étnica junto con los habitantes del sur de la patagonia, mal llamados patagones.
[22]

Estos "puelche-guénaken" o patagones del norte, eran recolectores de raíces, tubérculos o semillas pero, principalmente, cazadores pedestres de guanacos y ñandúes, de cuya carne y huevos se alimentaban, vistiéndose con las pieles de aquellos, de zorro o de puma.
A sus ancestrales reminiscencias agregaron la influencia cultural de los mapuche transcordilleranos y funda- mentalmente la que, proveniente de las  llanuras bonae- renses,  operaría un cambio trascendental en sus hábi- tos de vida: la incorporación del caballo.  
Convertidos en cazadores ecuestres, nómadas desde siempre, ampliaron notoriamente su radio de acción y su poderío bélico, adoptando para la guerra la temible lanza larga.



Se asegura que a alguna parcialidad de esta nación encontró Juan de Garay a fines de 1581 cuando, recien fundada la ciudad de la Trinidad salió a "correr la tierra" y  llegó hasta la "muy galana costa" (alrededores de la actual ciudad de Mar del Plata) donde diera con gente de tierra adentro que


"... se abriga con mantas de pieles de unos animales que hay como liebres y de gatos  monteses y hacen sus riendas de cueros de venados hallamos entre estos indios alguna ropa de lana muy buena dicen que la tienen de la cordillera de las espaldas de Chile y que los indios que tienen aquella ropa traen unas planchas de metal amarillo en unas rodelas que traen cuando pelean y que el metal sacan de unos arroyos, dicen que por la costa hay poca gente y que la tierra adentro hacia la cordillera hay mucha gente." [23]


Puede suponerse que por esa época comenzó su afición por la ingesta de la carne de potro, el aprovechamiento de su piel y hasta su utilización como medio de transporte y parte fundamental de su equipamiento bélico.

Su fijación en las sierras de las llanura bonaerense debe datarse, aproximadamente, un siglo después, impulsados a emigrar a un territorio que ofrecía abundancia de ganado vacuno y caballar silvestre, como también de los ahora prácticamente exterminados venados de las pampas y aves corredoras que los guaraní llamaron ñandú y los mapuche, choique, favorecidos no sólo por la ausencia de comunidades guerreras que resistieran su avance, sino porque su natural afinidad con los antiguos pobladores de la llanura les permitió dominar pacíficamente el área y mezclados con ellos dedicarse a los arreos de ganado o al pillaje de las tropas de carretas que se dirigían al interior.

En el año 1659 se denuncia ante el Cabildo la presencia de de una partida de serranos y tubichaminíes a orillas del río Saladillo (actual Salado) que habrían saqueado estancias de la frontera sur.  Estas incursiones se repetirían en años posteriores, siendo repelidas por las autoridades de Buenos Aires con sucesivas expediciones punitivas que, a pesar de los prisioneros y de las bajas físicas que causaban en las fuerzas de los naturales, no lograron disminuir su arrojo temerario continuando las depredaciones con mayor osadía y astucia.

A cien años de la fundación, las autoridades de Buenos Aires no abandonaban el propósito de domesticar al aborigen, reducirlo en pueblos de indios, utilizarlos en sus encomiendas e instruirlos en los secretos de la religión, aunque tal determinación sólo pudo ser satisfecha esporádicamente o con un número muy reducido de nativos.

Si bien podría decirse que el problema indígena no estaba resuelto, en realidad, debe señalarse que aún no había comenzado. Mientras que las reducciones desaparecían y. se extinguían las encomiendas, aumentaba el temor en los pagos circunvecinos y en la ciudad misma, ante la presencia inquietante de una creciente población aborigen tierra adentro.
En tanto que en el noreste mesopotámico la conciliación jesuítico-guaraní daba lugar a un proceso de próspera transformación, con la erección de los treinta pueblos de las misiones, en las pampas comenzaba la penetración mapuche al este de la cordillera.


La "araucanización" de las pampas según Canals Frau

Desde antiguo "pampas" y "serranos" mantenían un intenso intercambio de caballos por mantas, lanzas, tinturas u objetos de plata provenientes de los mapuche, en tanto que los antiguos montañeses, o pehuenche, habitantes de la región de los pinares, jinetes de aquende y allende la cordillera, fueron sus intermediarios y los que primero se araucanizaron como consecuencia de esas prolongadas e intensas relaciones, proceso que también envolvió paulatinamente a los llamados "puelches algarroberos" del sur de Mendoza, a los "puelches-guénaken" del norte de la Patagonía y sierras del sur bonaerense y a los "antiguos pampas" de la llanura, grupos que poco a poco fueron desapareciendo como entidades étnicas independientes; "a partir de fines del siglo XVIII, ya todo es araucano en la pampa", donde  se documenta la presencia física y hegemónica de elementos mapuche, en este ámbito, desde los primeros años subsiguientes al 1700.


La “araucanización de la pampa”, como llama Canals Frau al apogeo de la expansión trasandina sobre las llanuras del este, con su secuela de cruentos malones, recién comienza en las pampas hacía el año 1708, a orillas del río Quinto, en el paraje de Las Pulgas, origen de la actual ciudad de Villa Mercedes (San Luis) donde se realizó una concentración de aborígenes de distinto origen con la presencia de "aucaes o indios de la guerra de Chile", como también se los denominaba entonces, aglutinación de la cual surgiría una nueva entidad étnica ("ranquel") a la que se hace referencia al pie de esta página.
No pudiendo la hueste incaica prolongar su dominio en Chile más allá del río Maule, se encontraron con un pueblo belicoso y temerario que en su lengua denominaron "purum-auca" (purun awqa en la grafía propuesta actualmente por la Academia de la Lengua Quechua) expresión cuyo primer término tiene el sentido de silvestre, salvaje y el segundo el significado de guerrero, enemigo. [24]
Otro antecedente documentado de esa penetración se encuentra en el acta de la sesión del Cabildo de Buenos Aires del 10 de febrero de 1710, donde el procurador general expone que había...


“...Muchos Yndios aucaes, que de la otra parte de la cordillera de chille han pasado a esta con el mesmo fin de rrovar y destruir dhas. campañas...”



A raíz de esas infiltraciones, constantes y sucesivas, un pueblo del tipo cultural andino (cultivadores sedentarios) se dispersa a más de mil kilómetros de su ámbito nativo, adquiriendo un nuevo estilo de vida esencialmente trashumante, dedicándose a la caza, a la recolección y a la apropiación y arreo de tropillas o rebaños, régimen al que se adaptó rápidamente forzado por las condiciones ambientales, vulgarizando desde entonces su célebre imagen de raza ecuestre por antonomasia que le permite expandir sus dominios, fusionarse con los antiguos moradores montañeses, patagónidos o pampas, irradiar sobre ellos sus ancestrales tradiciones, difundir las atávicas usanzas de sus antepasados y propagar el lenguaje mapudungu (dungu: idioma; el habla de la gente del país) hacia los cuatro puntos cardinales de las pampas, nominando en forma expresivamente significativa a todos los accidentes del terreno, sus comarcas y parajes, a las distintas especies del paisaje viviente o de la naturaleza inerte, proceso de superposición por el cual, en la actualidad, resultan prácticamente desconocidas aquellas pretéritas lenguas de los predecesores.


Que esa es la datación del accionar mapuche en la pampa bonaerense lo demuestran las actuaciones formalizadas en las sesiones del cabildo porteño, por ejemplo en el acta del día 19 de setiembre de 1714 el procurador general de la ciudad solicita al gobernador medidas de urgencia para impedir los daños que "de Algunos Años a esta parte... han Ocasionado Y ocasionan, Y actualmente estan executando los Yndios Aucaes de la Juridizion de el reyno de chile... que no solo Roban los Ganados de estos acsioneros para llevarlos al Reino de chile sino que tambien cometen otros delittos Ynsultos Y maldades, matando, Y hiriendo, quando Se les ofreze Ocasion asi a los Vezinos de esta Ciu.d Como a los de Otras, Que Yendo a sus faenas de Graza, sebo Y baquerias por quitarles el avio q.e llevan de Cavallos Y otras Cosas les presentan la Batalla los dhos. Yndios Armados con Lanzas flechas Y otras Armas q. Usan Y los Pobres Vezinos Yndefenzos se Ven obligados a retirarse perdiendo Sus Carretas, Bueyes, Cavalladas Y todo lo que llevan teniendo a gran fortuna escapar Con las Vidas... por Cuya Causa Generalmente esta experimentando esta Repp.ca la mucha nesesidad de Grasa, Sevo Y Carnes - Y cada dia Sera Mayor Si esta no se remedia por q. no ai Vezino q. se atreva a Yr a la Campaña donde se halla algun Ganado por la Gran Ostilidad q. asen los dhos. Yndios Aucaes que asta las Salinas Se an Yntrodusido..."


La vuelta del malón        (fragmento)
Ángel Della Valle    -     Óleo (1892)
Museo Nacional de Bellas Artes (Buenos Aires)

En el mes de enero de 1715 se reitera al Gobernador y Capitán General la imperiosa necesidad de adoptar las providencias más prontas y necesarias para que los vecinos de la ciudad pudiesen acudir a sus faenas de campo pacíficamente, apercibiendo la gente que pareciere más conveniente, así como españoles, mestizos, indios y mulatos libres de las compañías milicianas, con sus armas y caballos, para hacer entrada y pacificación de los campos.


El día 6 de agosto de 1715 se vuelve a tratar y conferir, en la sala capitular de acuerdos del cabildo local, sobre las acciones hostiles practicadas por "Los yndios Aucaes de mas tiempo de tres años... y el Allarse apoderados de estas Campañas", datos que confirman lo expuesto anteriormente sobre la época en que se hace evidente la penetración mapuche en las pampas. [25]
.
Los pehuenches conformaron uno de los grupos más importantes en esa infiltración. Estos primitivos montañeses eran originarios de la región de los pinares cordilleranos que se extendían en los términos de las actuales provincias de Neuquén y sur de Mendoza, distintos física, cultural y lingüísticamente tanto de los ándidos chilenos como de los patagónidos argentinos.
Se ignora cual sería su nombre propio o primigenio, actualmente se los conoce por el que les adjudicaron los mapuche, derivado de pehuen (pino) y che (gente) es decir gente de los pinares, coníferas, a veces casi milenarias, que en esta región se encuentran a más de 800 msnm, creciendo hasta unos 40 m de altura y sus semillas, llamadas piñones, constituyeron, tostadas o hervidas, la base de su dieta durante el tiempo de la cosecha (febrero a mayo) y, después de almacenarlas bajo tierra, durante el largo invierno (junio a septiembre) cuando proporcionan la principal fuente de hidratos de carbono, que com- plementaban con la recolección de algarrobas, molles y la carne de los animales que cazaban.



Araucaria araucana o Araucaria imbricata  (Pehuen)
Parque Nacional Lanín - Neuquén - Argentina
Foto: 
Rick Fencl - 03.18.2006
http://www.conifers.org/ar/Araucaria_araucana.php

Los pehuenche conocían y controlaban los pasos cor-dilleranos por donde hacían de intermediarios en el arreo de caballos salvajes de las pampas y el transporte de sal que afloraba en las lagunas o en las vetas cordilleranas, pero también acarreaban la proveniente de las lejanas y pampeanas Salinas Grandes, a trueque de lanzas, tejidos, pinturas o abalorios de plata.
No obstante la distancia de los trópicos y la altitud de los valles andinos, algunos de esos senderos cordilleranos permanecían transitables todo el año, o al menos durante su mayor parte y algunas fértiles pendientes permitían abrevar y pastorear a los animales.   
"El cordón de los Andes, según todos los prácticos dicen, es mucho más bajo cuanto más al sur corre o se allega. Por consiguiente, convienen en ello todos los indios Pegüenches y Güilliches que habitan en sus espacios, y aun añaden que cuanto más al norte se cierran más temprano de nieves, y se abre más tarde; es regular por las mayores alturas de las sierras." [26]



Los pehuenche, ya bajo la influencia mapuche, ocuparon las laderas orientales de la cordillera y las zonas pe- demontanas del este hasta el río Chadileuvú, también denominado Salado (Chadi: sal; leuvú: río) en el oeste de la actual provincia de La Pampa, incursionando desde allí, coaligados o no con otras agrupaciones, hacia las po- sesiones españolas de toda la región cuyana, sostuvieron una cruenta y prolongada guerra con los huilliches (huilli: punto cardinal sur, che: gente)  fueron parte activa en los parlamentos de paz y en subsiguientes rebeliones, posteriormente se extendieron hasta la llanura herbácea poblada de caballos y bovinos cimarrones.   



Al margen de los abundantes datos y profusas informaciones etnohistóricas, solamente se destacará el párrafo siguiente y, a continuación, la imprescindible par- ticipación pehuenche y ranquel en la comitivas ex- ploradoras de Molina y de la Cruz, desde Chile a Buenos Aires, no solamente como porteadores, guías o interpretes, sino también como sagaces diplomáticos, para que en las tolderías, por cuyas inmediaciones pasaban, no se desconfiara de sus pacíficos propósitos de descubrir e indagar sobre el mejor camino y el más corto, como así también inquirir los nombres de los parajes y de las parcialidades que los ocupaban, el carácter de sus habitantes y todas las noticias de utilidad que pudiesen ser convenientes para viabilizar el tránsito regular de carretas o el trajinar de las recuas de mulas, ríos, lagunas, arboledas, médanos, pastizales, etc. 

Estos viajes exclusivamente de reconocimiento no estaban exentos de inminentes peligros, pues para ello había que anoticiar previamente de su finalidad, y convencer después, a los principales jefes pehuenche hasta el río Chadileuvú y traspuesto este, a los principales caudillos ranqueles para que les franquearan el paso por las tierras de Mamüll Mapu (País de los Montes) en el norte de la actual provincia de La Pampa, sur de San Luis y Córdoba.
No debe creerse por eso - escribió Estanislao Zeballos - que los montes cubrían miles de leguas cuadradas sin soluciones de continuidad. Generalmente alternaban zonas montuosas con grandes zonas de arenales y médanos, pero el nombre era significativo por distinguía a esta  comarca de las pampas circunvecinas, en las arboledas predominaban las especies Prosopis cal-denia (popularmente caldén o huichru en mapudungu, actualmente en peligro de extinción) Prosopis fle-xuosa (algarrobo dulce) Acacia caven (aromo o churqui) Geoffroea decorticans (chañar) Celis tala (tala) Condalia microphylla (piquillín) Schinus fas-ciculatus (molleJodina rhombifolia (sombra de toro) entre otros, ejemplares generalmente frondosos y de diez o más metros de altura, pero cuyo ramaje, desplegado a muy baja altura, obstaculizaba cabalgar bajo su re-paradora sombra. [27]
Caldenal  en  Mamüll  Mapu
Gobierno Provincia de La Pampa
http://www.parqueluro.tur.ar/

También era menester ser muy cauteloso en cuanto al origen étnico, parentescos o relaciones de los integrantes nativos de la comitiva, con los de las comunidades a visitar, para no excitar viejos rencores o incitar a las hostilidades que frecuentemente mantenían unas parcialidades con otras.
Además debía preverse una profusa cantidad de prendas, tejidos, tabaco, sombreros, bizcochos, quesos, dulces y atados de añil, sartas de chaquiras, agujas, etc., para obsequiar a los caciques, sus mujeres o capitanejos principales y, según los casos, alguna pieza de plata para el apero, un par de buenos caballos o ganado bovino (y aunque no lo digan las crónicas, algunas botijas de aguardiente también). 

"Son interesados, desconfiados y maliciosos y es tan común que parece el constitutivo de la nación. Cualquier regalo o dádiva que se les haga es suficiente para conseguir de ellos lo que se quiera.
Les encuentro razón para el recelo y desconfianza que tiene en nuestras promesas y confieso que es efecto de nuestros malos e infames procedimientos con ellos. Los españoles que se internan a sus terrenos y los capitanes o tenientes de amigos que por lo común es gente ordinaria e ignorante y de pensamientos ridículos, les dicen lo que no es, les prometen lo que no les pueden cumplir, les dan una cosa por otra, les venden otras por dos tantos más de su valor y como después conocen haber sido engañados, de aquí resulta el recelo que tienen de toda la nación..... Si por esta clase de gente no fuera, no serían capaces los indios de negarse a ningún proyecto nuestro que siquiera les proporcionara mediana comodidad. Y en fin, vuélvanse atrás los ojos y se verá que las sublevaciones de indios siempre se originaron por esta causa."  [28]

Paisanos - Ángel Della Valle (1852 – 1903) Óleo sobre tela MNBA - Museo Nacional de Bellas Artes - Argentina

"El Rey de España Carlos IV, por medio de la Real Cédula de 1793, propiciaba la búsqueda de un camino más directo entre Concepción (Chile) y Buenos Aires, con el objeto de viabilizar el comercio entre ambos reinos e integrar a los naturales. De las distintas misiones de reconocimiento, sobresalieron las llevadas a cabo por Justo Molina y Luis de la Cruz, quienes fueron los únicos que lograron atravesar de lleno los territorios pehuenches y ranqueles. Si bien estas expediciones no tuvieron un efecto inmediato en la apertura de esos caminos, fundamentalmente por la invasión inglesa de 1806, significó una muestra de relación interétnica pacífica y de colaboración, a la vez que permitió reconocer las rastrilladas y parajes de la Cordillera y las Pampas. La ausencia de posteriores emprendimientos de esta naturaleza, las tuvieron como una referencia obligada para expediciones militares, para delinear mapas y para la ulterior “conquista” del desierto." [29]

http://recursoshidricos.lapampa.gob.ar

Como un dato curioso de la toponimia lugareña, es de destacar que entre las distintas misiones de reconocimiento del territorio, acordadas por los gobiernos de Santiago de Chile y Buenos Aires, se destaca la realizada por la partida de Justo de Molina Basconcelos, quien recibió el mandato de encontrar un camino para “ir en derechura” desde la ciudad de Concepción hasta Buenos Aires, en una travesía que resultaría sumamente peligrosa y complicada, por los contratiempos y los padecimientos soportados, por lo cual, dice Martínez Sierra, ciertas deficiencias técnicas en sus descripciones son disculpables, si se tiene en cuenta que no poseía conocimientos que le evitaran incurrir en errores. Lo que no puede ponerse en dudas es su osadía y tenacidad, comparables con las de los exploradores legendarios”, considerando “la singular hazaña de ser el primer huinca que había cruzado diagonalmente a las pampas en toda su integridad”, a través del “camino real de los indios para la cordillera”, es decir la llamada rastrillada de los chilenos. [30]

El Baquiano
Juan Manuel Blanes
Óleo - 1875
Justo de Molina Basconcelos (1745-1817) capitán de mili-cias, baquiano y lenguaraz chileno, nacido y criado en Tucapel, epicentro pehuenche, dominaba el mapudungu, co-nocía caminos, trochas y atajos a un lado y otro de la cordillera, además tenía rela-ciones con ranquelinos de Mamüll Mapu, por ello fue co-misionado por el Gobernador y Capitán General de Chile, Luis Muñoz de Guzman y por el Virrey, Capitán General y Gobernador de las Provincias del Río de la Plata Rafael de Sobremonte y Núñez para encontrar el rumbo más corto y directo entre las ciudades aludidas y cuyos terrenos fueren aptos para el tránsito regular de carruajes.

"El largo derrotero de Justo Molina, quien partiera de Chillán el 14 de abril de 1804, lo llevaría a atravesar el Boquete de Alico, para continuar hacia el este en dirección al río Chadileuvú, y al no poder cruzarlo, retorna a un camino que hacia el norte lo conduce a Mendoza, y de allí por el camino real llega a Buenos Aires el 13 de enero de 1805. Auxiliado por el virrey Sobremonte, emprende el regreso atravesando las pampas, intento que se había visto frustrado en el viaje de ida.
El 25 de febrero parte de Buenos Aires, y tres días mas tarde llegaría a Salto, lugar donde permanecería hasta el 5 de marzo. Ese día dejaría el camino de carretas, que conducía de Buenos Aires a Mendoza, y con rumbo sudoeste comenzaría su aventura.
Arribaría al Fuerte de Antuco (Ballenar) el 23 de mayo de 1805."  [31]

En ese viaje de regreso llega el 7 de marzo de 1805, a la laguna del Carpincho: 

"El 7 continue mi marcha siempre al Poniente por igual llano, y de igual calidad de tierras, yaloge en un Esterillo de agua dulce, su curso al Oriente detodo el año, cuyo Estero llaman los Pehuenches Raminta Leubu, y por otro estilo Carpincho."  [32]

Como un ejemplo de las incoherencias mencionadas podría citarse el manejo del lenguaje, tanto propio como ajeno. Obviamente, las palabras indianas aludidas por Molina no hacen referencia al mayor de los roedores, aclimatado en los esteros de la cuenca atlántica, pero inexistente naturalmente en la pampa seca, región patagónica, Cuyo y Chile.

A su vez, el vocablo “leubu” (lo correcto sería leuvu o leufu) significa río en mapudungu por lo que se vincularía di- rectamente con el curso del Salado, que por la compo- sición y estructura del suelo produce un ensanchamiento y profundización de su cauce en determinados puntos de su recorrido, dando lugar a las conocidas lagunas de la zona (para referirse a la depresión o cubeta de agua, hubiese empleado alguno de estos términos, lavken o lafken).


El término “raminta” no existe en esa terminología ni en la lengua castellana, puede ser un error de interpretación por parte de Molina, acaso producto de la ilegibilidad del manuscrito original o desliz de algún copista.



Me atrevo a suponer que se quiso escribir, incluso incorrectamente, “ranintu leubu” traducible como “río del medio” y como el mapudungu es una lengua ágrafa y no hay consenso entre los lingüistas sobre los caracteres específicos para representar sus expresiones fonéticas, de por sí con algunas discordancias dialectales entre las distintas zonas, siguiendo los clásicos trabajos de Lenz y Augusta me arriesgo a apuntar “Ranintu Leufu” como el nombre pehuenche del río al que anteriormente los españoles habían llamado Salado y, antes que ellos, los guaraníes denominaran “Tubichamyrí”, nombre de un cacique y una parcialidad querandí asentada en cercanías de su desembocadura.[33]


La idea de persona, animal o cosa que está en el medio, se ha escrito como “rangintu”, “rangiñtu”, “ranguintu”, “ranguiñtu”, “ranguitu”, “rañintu”, etc., existiendo en las regiones chilenas de la Araucanía y de Los Ríos topónimos con un significado análogo que se transcribieron ar- bitrariamente de distintas maneras: Ragñintuleufu o Raguintulewfu (Prov. de Cautín) Raguintulelfu (Prov. de Valdivia).

EXPEDICIONARIOS CHILENOS POR LAS PAMPAS ARGENTINAS 
Norberto Mollo y Carlos Della Mattia
Debe tenerse en cuenta, que este curso salado, cíclicamente torrente, comúnmente río, eventualmente arroyo o estero enjuto, también supo ser frontera concertada en los pactos de paz celebrados con ciertos jefes de las respectivas comunidades tribales, como el de 1741, fundamentalmente con Cangapol o "cacique" Bravo, de estirpe guénnaken - había nacido  en Huichin, entre los ríos Negro y Colorado, a corta distancia de la confluencia de los ríos Limay y Neuquén - por lo tanto puelche, para los chilenos y "serrano" para los de Buenos Aires, desde que se instalara en las sierras del sur bonaerense, el más poderoso y temido, aún por los cabecillas de otras parcialidades. Pero básicamente fue un límite natural, no convencional, durante aproximadamente tres siglos, línea divisoria en medio de dos culturas, generalmente accesible y frecuentemente franqueable cuantas veces se lo propusieran de uno y otro lado.

En la época del viaje de Molina Basconcelos, comienzos del siglo XIX, el río era un término medio entre las poblaciones o estancias hispanoamericanas y las par- cialidades indígenas, que en realidad alzaban sus tolderías tierra adentro a muchas leguas de su curso, quedando un amplio espacio territorial que podría decirse era "tierra de nadie", aunque algunos ganaderos se aven- turaban a posicionarse en sus contornos.

Ese espacio campo afuera siempre se caracterizó por su dinámica inestabilidad, a los cruentos enfrentamientos interétnicos, por ejemplo la guerra entre pehuenche y huilliche o las refriegas entre estos últimos y los borogas (originarios del río Boroa, en la Araucanía) o los múltiples encuentros con las fuerzas militares y milicianas de la ciudad, se sucedieron períodos de pacífico intercambio de bienes, se desarrollaron vínculos de parentesco, o relaciones estables de afectividad. Las constantes migraciones transandinas o transpatagónicas, cuando no fueron motivo u ocasión para algún conflicto, dieron lugar a la formación de nuevas agrupaciones, como así también la muerte natural o violenta originaba nuevos cacicazgos, acuerdos, desavenencias o cambios en los parajes de asentamiento, debiendo además considerarse a los tránsfugas, que por razones judiciales o políticas, se refugiaban en sus rancherías y participaban en las intrigas y escaramuzas.









                Bibliografía
               - Thomas Falkner: Descripción de Patagonia y de las partes adyacentes (1774) 
                  Incluido por Pedro de Angelis en la mencionada colección.
              - Reginaldo de Lizárraga: Descripción Colonial - Extrac.por J.L.Busaniche en 
                 Estampas del Pasado I - Ed. Hyspamérica - Bs. As. – 1986
              - Alfredo Castellanos: Geografía de la República Argentina - Hidrografía - GÆA 
                 Sociedad Argentina de Estudios Geográficos - Impr. Coni - Bs.  As. - 1975
               - Salvador Canals Frau – Poblaciones indíg. de la Argentina – Ed. Sudamericana
                  Bs. As. – 1973
               - Ángel L. Cabrera: Flora de la Prov. de Bs. Aires. - INTA - Bs. As. - 1970
               - Mario Ricardo Bianco: Junín, su expansión y usos del suelo – S. Machaín 
                 Dis.Gráf. Junín – 1996
               - Mario R. Bianco: El río Quinto–Salado del Sur – Ed. del autor – Impr. Libr.Centro
                  Junín – 1998 
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[1] - Acta del 11 de junio de 1580:

"... estando en este puerto de santa maría de buenos ayres ..... hago e fundo en el dicho asyento e puerto una ciudad ..... y la dicha ciudad mando que se intitule la ciudad de la trenidad...” 

La Constitución Nacional, sancionada en Santa Fe el 1 de mayo de 1853 estableció como capital nacional a la ciudad de Buenos Aires, el rechazo de la provincia homónima por la pérdida de ese territorio y las rentas aduaneras, fueron el motivo de su separación hasta 1860; sólo después de cruentos combates, por la Ley de Federalización de la ciudad de Buenos Aires N° 1.029, del 21 de setiembre de 1880, se declara oficialmente Capital de la República al Municipio de la Ciudad de Buenos Aires.
[2] - Cabo Blanco: Antigua denominación del cabo San Antonio (Prov.Bs.As.).
Pedro de Angelis: Colección de Obras y Documentos - Ed.Lajouane – Bs. As. – 1910
[3] - Según traducción de Pedro de Angelis en obra citada.
[4] - Salvador Canals Frau: Poblaciones indíg. de la Argentina - Ed.Sudamericana - Bs.As. - 1973
[5] - Roberto H. Marfany: El indio en la colonización de Buenos Aires - Comisión Nacional de Cultura - Bs. As. 1940
[6] - P. Meinrado Hux : Caciques puelches, pampas y serranos - Marymar  - 1993
[7] - M. Herzcovich y C. A. Gallo : Magdalena, perfil histórico y económico - 1952.
[8] - Cartas del 2-marzo-1620 y 20-mayo-1622 agregadas por M. Cervera (Apéndice XXI): Historia de la ciudad y provincia de Santa Fe - Ed. La Unión - 1907 y transcritas parcialmente por Marfany en su obra tanta veces citada.
[9] - Manuel M. Cervera: Historia de la ciudad y provincia de Santa Fe – La Unión – Sta. Fe - 1907
[10] - Nicolás Besio Moreno : Buenos Aires - Estudio crítico de su población -1939
[11] - Andrés Allende - Mercedes de tierras hechas por los gobernadores a nombre del Rey - Archivo Histórico de la Prov. de Buenos Aires - La Plata – 1979
[12] - Horacio A. Difrieri: La Argentina: Suma de Geografía: Ed.Peuser Bs.As. - 1961
[13] - P.Antonio Ruíz de Montoya: Tesoro de la Lengua Guaraní - Madrid - 1639
[14] - S.Canals Frau: Poblaciones indígenas de la Argentina - Ed.Sudamericana - Bs.As. – 1973
[15] - Berta E.V. de Battini : Suma de Geografía - Ed. Peuser - Bs.As. - 1960:
Isla: Conjunto de árboles aislados en la dilatada planicie, se trata de un antiguo vocablo de origen marino que los conquistadores, generalmente hombres de mar, aplicaron por analogía en tierra firme a los montes de talas, algarrobos, chañares, espinillos y, entre ellos, algún ombú, que se extendían, de tanto en tanto, en la zona más inmediata a la costa del río de la Plata, pero que luego iban desapareciendo hacia el interior.
Rincón: Terreno poco extenso, cercado por los meandros y bifurcaciones de arroyos, ríos o lagunas, lugares apropiados para el apacentamiento del ganado a campo abierto.
[16] - Andrés R. Allende: Mercedes de tierras hechas por los Gobernadores a nombre del Rey - Archivo Histórico de la Provincia de Buenos Aires - La Plata - 1979
[17] - Francisco de Aparicio: La Argentina Suma de Geografía - Ed.Peuser-Bs.As.- 1958
[18] - Paul Groussac: Anales de la Biblioteca – Tomos VIII y IX – Ed. Coni – Bs. Aires - 1914
Francisco de Aparicio: La Argentina Suma de Geografía - Ed. Peuser - Bs. As. - 1958
Ramiro Martínez Sierra: El mapa de las pampas - Direc. Nac. del Reg. Oficial - Bs.As - 1975
[19] - Thomas Falkner: Descripción de Patagonia y de las partes adyacentes (1774) Incluido por Pedro de Angelis en la mencionada colección.
[20] - Estanislao S. Zeballos: Viaje al país de los araucanos - Hachette - 1960
[21] - Roberto H. Marfany: El indio en la colonización de Buenos Aires - Com. Nac. de Cultura - Bs. As. - 1940 (Cartas del Gobernador Francisco de Céspedes)
[22] - Salvador Canals Frau : Poblaciones indígenas de la Argentina - Ed.Sudamericana - Bs.As. - 1973
[23] - Carta de Garay al Rey – Santa Fe – Abril 20 de 1582
[24] - Garcilaso de la Vega: Comentarios Reales (1609/1613) - Editorial Mercurio - Lima - Perú -1970
Fray Reginaldo de Lizárraga: Descripción Colonial (1591?) - Ed. La Facultad - Bs. Aires. - 1916
César Guardia Mayorga: Diccionario Kechwa-Castellano - Editorial Los Andes - Lima - Perú - 1971
Academia Mayor de la Lengua Quechua - Gobierno Regional Cusco - Perú - 2005
[25] - Acuerdos del Extinguido Cabildo de Buenos Aires - Archivo Gral. de la Nación - Bs. Aires - 1926
[26] - Luis de la Cruz: Descripción de la naturaleza de los terrenos que se comprenden en los Andes, poseídos por los pegüenches y los demás espacios hasta el río de Chadileubu (1806) - Buenos Aires - Imprenta del Estado - 1835 - http://www.cervantesvirtual.com/
[27] - Estanislao Zeballos: Viaje al País de los Araucanos - Hachette - Bs. Aires - 1960
[28] - Luis de la Cruz: Tratado importante para el conocimiento de los indios pehuenches según el orden de vida (1806) - Revista Universitaria - Universidad Católica de Chile - 1953
[29] - Norberto Mollo y Carlos Della Mattia: Expedicionarios chilenos por las pampas argentinas - Revista Científica del Laboratorio de Arqueología y Etnohistoria de la Facultad de Ciencias Humanas - Univ. Nac. de Rio Cuarto - Córdoba - 2009
[30] - Ramiro Martínez Sierra: El Mapa de las Pampas – Edición Dirección Nacional del Registro Oficial – Bs. As. 1975
[31] - Norberto Mollo y Carlos Della Mattia: obra citada
[32] - Norberto Mollo: Fronteras Interétnicas en las Pampas a inicios del Siglo XIX – Revista Sociedades de Paisajes Áridos y Semiáridos - Año IV / Vol. VI / 2012 - Editorial de la Univ. Nac. de Río Cuarto – Córdoba - http://paisajesaridos.org/doc/rp6.1.pdf 
[33] - Rodolfo Lenz: Estudios araucanos. Materiales para el estudio de la lengua – Anales de la Universidad de Chile – Imprenta Cervantes – Santiago de Chile – 1895/1897 - http://www.memoriachilena.cl
Fray Félix José de Augusta: Gramática Araucana - Imprenta Lampert – Valdivia (Chile) – 1903 - http://www.memoriachilena.cl